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El mayor asesino en serie de Rusia: mató a 77 mujeres

Mijaíl Popkov, de 54 años, mataba a prostitutas con hachas y martillos. Este lunes fue declarado culpable de 78 asesinatos en total, lo que le convierte en el peor asesino en serie de Rusia.

Mijaíl Popkov, de 54 años, ya había sido condenado en 2015 a cadena perpetua por el asesinato de 22 mujeres.

Este lunes un tribunal de la ciudad de Irkutsk, en Siberia, le declaro culpable de otros 56 asesinatos cometidos entre 1992 y 2007, con una segunda condena a cadena perpetua.

Popkov, que cometió la mayoría de sus crímenes en la ciudad de Angarsk, mató a 77 mujeres y a un solo hombre, otro policía. Primero invitaba a sus víctimas, muchas de las cuales fueron violadas, a subirse a su coche de noche, utilizando a veces su vehículo de policía fuera de las horas de servicio.

Mataba a sus víctimas, de entre 16 y 40 años, en su mayoría prostitutas. Aunque al menos nueve mujeres fueron asesinadas con un hacha, Popkov llegó a utilizar todo tipo de objetos para quitarles la vida a sus víctimas, incluidos cuchillos, destornilladores, punzones, garrotas, bates de béisbol y tacos de billar, entre otros, como explicó en diciembre de 2017 a la web de información rusaMeduza.

Él mismo se describía como un «limpiador» de las prostitutas de la ciudad. Solía abandonar a sus víctimas en el bosque, en cementerios o en las cunetas. Solo dos mujeres lograron escapar a sus ataques aunque resultaron gravemente heridas.

Mijaíl Popkov tenía «una necesidad patológica de matar a gente», explicó la oficina de la fiscalía de Irkutsk en un comunicado citado por la agencia de prensa Interfax.

El ex policía apareció en el tribunal vestido con el uniforme de la prisión y la cabeza gacha, según las imágenes de la televisión rusa. Ahora será enviado a una prisión reservada a los detenidos condenados a cadena perpetua, apodada «Delfín Negro» y situada cerca de la frontera con Kazajistán.

Popkov fue condenado una primera vez en 2015 por el asesinato y la violación de 22 mujeres. Luego confesó otros 59 asesinatos pero la policía no pudo demostrar tres de ellos. También fue declarado culpable de violar a diez de sus víctimas.

Durante aquel proceso, Popkov explicó que recorría de noche las calles de la ciudad en un coche (muchas veces el oficial de la policía), ofrecía a mujeres que se encontraba por el camino llevarlas a casa y luego sólo “castigaba” a aquellas que aceptaban tomarse una copa con él.

La mayoría de las mujeres asesinadas eran de estatura mediana (155-170 centímetros), corpulentas y estaban ebrias en el momento de su secuestro.

En octubre de 1998, según dijo entonces al tribunal, mató a dos amigas de 19 y 20 años a las que recogió cuando volvían a casa después de un concierto, en el que fue uno de los al menos cinco asesinatos dobles que perpetró durante sus cacerías.

Mientras conducía, “empecé a sentir asco hacia las chicas por su comportamiento despreocupado y quise castigarlas”, relató al detallar cómo apuñaló repetidas veces en la cabeza a una de las jóvenes, y cómo persiguió y mató a la otra, cuando intentaba huir. «Fue su culpa. Andaban borrachas por la calle en lugar de estar en casa con sus maridos e hijos”, llegó a decir Popkov .

Como policía, Popkov llegó incluso a participar en las investigaciones sobre sus propios crímenes para desviar su atención, según la prensa rusa.

Los investigadores ya sospechaban que el asesino podía ser un policía por la manera en que cubría sus huellas después de cada asesinato.

Un perfil psicológico filtrado a la prensa rusa mucho antes de que se encontrara al asesino acertó en muchos aspectos: la policía buscaba a un hombre de entre 30 y 35 años (en la época de los asesinatos), residente en Angarsk, que se llevaba a sus víctimas en un vehículo oficial y que podía trabajar en un cementerio.

Finalmente fue detenido en 2012 en Vladivostok (Extremo Oriente ruso), identificado tras una investigación a gran escala, que incluyó análisis de ADN de los habitantes cuyos coches correspondían a los rastros de neumáticos en los lugares del crimen.

?Allí se supo que Popkov (despedido de la policía en 1998), en su tiempo libre se ganaba un extra como enterrador, oficio que ya había ejercido de adolescente en el cementerio en el que también trabajaba su padre.

Aunque su mujer, Elena, de 53 años, su hija Ekaterina, de 31, y sus amigos le definían como “un hombre pacífico, tranquilo y amable, que no haría daño ni a una mosca”, la comisión médica que lo examinó cuando era policía en activo observó “aspectos psicopáticos” en su personalidad, pero inexplicablemente lo encontró apto para servir en las fuerzas de seguridad.

Su hija declaró inicialmente que no se creía nada de lo que decían de su padre.“Siempre me sentí una ‘niña de papá’. Durante 25 años estuvimos juntos, de la mano. Paseábamos, montábamos en bici, íbamos de tiendas y me llevaba a la escuela. Yo quería ser un criminóloga, así que leí un libro con consejos sobre cómo capturar a los asesinos en serie y sus clasificaciones básicas. Papá no encaja en ninguna de estas clasificaciones”, decía.

Al “Maníaco de Angarsk”, como le puso la prensa rusa, le gustaba cocinar, esquiar en compañía de su mujer y su hija y hacer bricolaje en casa, según los testimonios ofrecidos a la investigación por los amigos que frecuentaban la casa de los Popkov.

A nadie le sorprendía que llevara en todo momento en cada uno de sus cuatro coches una caja de herramientas repleta de instrumentos que en realidad usaba para cometer los asesinatos.

Se cree que la ola de asesinatos comenzó tras sospechar, erróneamente, que su esposa lo engañaba al encontrar dos condones usados en la basura de casa. De hecho, los anticonceptivos habían sido utilizados por unos huéspedes.

Los investigadores afirman que Popkov se arrepiente de sus asesinatos. «No tenía derecho a juzgar a la gente, su comportamiento… este es mi arrepentimiento”, admitió. Preguntado sobre sobre si pudiera volver atrás, haría las cosas de forma diferente, dijo: “Todo debería de cambiar desde el principio. Directamente desde la escuela. Desde la infancia”. Su esposa y su hija han abandonado la ciudad para empezar una nueva vida lejos del asesino.

Rusia ha tenido otros asesinos en serie en su historia, como Andréi Chikatilo, ejecutado en 1994 por el asesinato de 53 adolescentes y niños durante la época soviética.

En 2007, otro asesino en serie, Alexánder Pichúshkin, fue condenado a cadena perpetua por el asesinato de 48 personas en Moscú.

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