Policía acusado de abuso sexual está al frente de una comisaría
Es un comisario denunciado el año pasado por una mujer policía. “Me encerró y manoseó los pechos”, dijo. Tras ello, el hombre fue “sumariado” y colocado en un área administrativa. Ahora, cuando todavía debe responder ante la Justicia, lo nombraron jefe otra vez.
Un policía que está acusado de cometer delitos de acoso y abuso sexual contra una mujer -caso por el cual estuvo algunos meses “apartado” de sus funciones- fue nombrado nuevamente como jefe de una comisaría. Ahora, aún cuando debe responder ante la Justicia, se encuentra al frente de la dependencia de seguridad de la localidad correntina de San Miguel.
Se trata del comisario Sergio Rubén Sánchez, cuya designación generó profundo malestar en un amplio sector de la institución policial e inclusive, algunos vecinos de aquel pueblo no lo ven con agrado.
Según datos recabados por diario época, la decisión fue adoptada hace unos pocos días en medio de un reordenamiento interno, con cambios de autoridades en distintas dependencias, tanto de capital como de interior.
Sánchez quedó envuelto en un verdadero escándalo a partir de la denuncia en su contra realizada por una suboficial, Liliana I., quien dijo ser víctima de abuso sexual cuando ambos trabajaban en la comisaría de Villa Olivari, departamento de Ituzaingó.
“Yo trabajaba en la comisaría de Villa Olivari. El comisario de ahí me acosaba siempre, diciéndome cosas. Nunca pensé que me iba a manosear, que me iba a tocar”, señaló la mujer en una acusación pública.
“Un día llevando papeles a la oficina de él para que firmara como siempre, agarra, cierra la puerta y dice que yo necesitaba unos masajes. Le dije que no, que no necesitaba nada. Pero se levanta, cierra las cortinas. Me toca los pechos, me besó el cuello y quiso levantar la chomba”, afirmó Liliana.
El caso llegó a la Justicia. En tanto, la propia Policía adoptó las “medidas preventivas”, como suele suceder siempre que un efectivo esté bajo sospechas de incurrir en alguna infracción o acto ilícito.
El comisario fue removido de Villa Olivari. Sin embargo, nunca estuvo en “pasividad” como señalaron oportunamente desde la institución, sino que lo asignaron a un rol administrativo en una dependencia de San Luis del Palmar. “Es una manera de apartarlo, pero sin estar apartado (sic). Como esperando que se calmen las aguas y defina su situación judicial”.
Sánchez afronta una causa de supuesto acoso, abuso de autoridad y abuso sexual simple. La clase de delitos investigados contemplan que no tenga prisión preventiva. Y a pesar de que la denuncia en su contra fue presentada hace casi un año, las autoridades de la Justicia no resolvieron su procesamiento. Mientras siguen las rondas de testigos y recolección de pruebas.
“Decía que me tranquilizara, que no le cuente a nadie. Que él tenía a su familia y yo la mía, que solo habría problemas. Yo le dije que se quedara tranquilo, que de mi boca no iba a salir nada”, agregó.
“Quería matarme”
Sin embargo, habría sucedido una situación límite antes de que ella pudiera salir del recinto. En base a los dichos de la mujer, ella entró a un baño donde extrajo su arma reglamentaria y se apuntó a la cabeza. “Quería matarme”, adujo.
“Me sentía muy sucia. Llegué a mi casa y no podía darle el pecho a mi hijo. No podía siquiera estar con mi esposo. No quería ni que él me tocara porque me sentía mal”, explicó.
La agente policial estuvo bajo tratamiento psicológico por las situaciones que datarían de largo tiempo. Sufrió estrés y angustia. Y actualmente sigue con licencia.
La causa fue iniciada en el Juzgado de Instrucción y Correccional de Ituzaingó.
Familiares y amigos de la mujer la acompañaron en un escrache que se realizó al comisario en la Unidad Regional Sexta, días después de que el hecho tomara estado público.
Es cierto que la Justicia no se expidió y el acusado goza como beneficio al principio de inocencia. Pero en tiempos de reiterados casos de violencia de género, abusos y acosos en contra de las mujeres, las autoridades que adoptaron la decisión tan discutida debieron valerse de al menos un rol “ético”.