Yachay: el Silicon Valley de Rafael Correa dejó daños arqueológicos en Ecuador
¿Qué pasó en Ecuador con el proyecto Yachay del expresidente Rafael Correa? Entre otras cosas, el paso de la maquinaria pesada y la instalación de obras civiles afectaron piezas arqueológicas, informa el diario El Comercio de ese país.
La Ciudad del Conocimiento Yachay es la primera ciudad planificada del Ecuador con carácter universitario, investigativo e industrial. Ubicada en el cantón Urcuquí, al noroccidente de la provincia de Imbabura y a 112 km de Quito, el megaproyecto iniciado durante la gestión del expresidente Rafael Correa, Yachay fue materia de investigación de diario ecuatoriano El Comercio, en un especial web a cargo de la periodista Gabriela Quiroz.
La población de Urcuquí, que en lengua aborigen significa tierra de gente bien, se levantó sobre asentamientos que pertenecieron, principalmente, a la cultura Caranqui.
Un rasgo distintivo de esta civilización son los montículos artificiales para multiusos, como base para viviendas, cultos fúnebres u otros, que fueron estudiados por Jacinto Jijón y Caamaño en los años veinte. Este arqueólogo tenía haciendas que le permitieron identificar estas pirámides o más conocidas como tolas.
Sin embargo, antes de que se empezara a levantar la Ciudad del Conocimiento, entre 2012 y 2013, se realizaron prospecciones, monitoreos y reconocimientos arqueológicos, que aportaron con detalle la ubicación de las zonas arqueológicas. «Se entregaron al Instituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC), encargado de velar por la preservación de los hallazgos patrimoniales, de acuerdo con la Ley de Cultura», afirma El Comercio.
«Esto lo revela un informe de enero de 2015 al que accedió el diario», cuenta Quiroz. El documento de 12 páginas fue elaborado por el arqueólogo español, Tomás Cordero, y su par ecuatoriano, Byron Camino. Ambos aclaran que las afectaciones se dieron antes de la creación de la unidad de Arqueología de la empresa pública Yachay EP, encargada de esta urbe en construcción, de la cual Camino es su titular.
Su reporte detalla que el área donde más afecciones se encontraron fue en al sur de la Hacienda San José, inmueble que se remonta al siglo XIX.
En este sitio, la arqueóloga María Moreira identificó cinco sitios arqueológicos, que fueron impactados por la construcción de vías. El área en donde se levantó el Instituto Técnico Tecnológico Superior 17 de Julio, en cambio, la misma arqueóloga advirtió la presencia de 64 fragmentos cerámicos y tres lascas de obsidiana. En este mismo sector, Camino realizó un monitoreo, que le permitió recuperar y registrar fragmentos cerámicos y piezas líticas; también documentó una tumba de pozo. Esta tumba es de similares características a las excavadas y referidas por el historiador Jijón y Caamaño, en el primer cuarto del siglo XX. Cerca de este lugar quedaron expuestos objetos culturales, por la apertura de vías y rasantes.
Para el arqueólogo José Echeverría en esta zona de Urcuquí se han excavado tumbas y encontrado piezas que muestran una manifestación cultural propia. “Se podría decir que habido un asentamiento original, que incluso ha recibido influencias de la cultura Capulí, que tuvo su núcleo principal en Carchi y Nariño, al sur de Colombia. Esto se debe a que Urcuquí era un punto de llegada y salida a otros sitios y puede tener una importancia única en comparación con otros asentamientos caranquis.
Para Echeverría, el problema de las prospecciones que se realizaron es que no profundizaron en las excavaciones, se debió aplicar otra metodología que fuera más allá de un metro.
«Los antiguos asentamientos de la Sierra norte demandan otros métodos porque es una zona donde habido movimiento volcánico. Las pruebas de pala- añade- ya no sirven mucho por ser superficiales y las tumbas han sido más profundas».
Una tercera zona inspeccionada es la conocida como «de las 38 casas». Ahí dos tolas fueron seccionadas, una fue desbancada por la construcción de la calle y las residencias; la otra destruida por la apertura de una vía. El contrato de las carreteras fue adjudicado a la empresa de economía mixta Imbavial, cuyo capital mayoritario es público. Su gerente, Patricio Vaca, explica que de forma inmediata se notificaba cuando se encontraban huesos o cerámica y se cambiaban de área de trabajo hasta que el personal encargado de la preservación del patrimonio resolviera qué hacer. “Eso prácticamente no nos afectó, eran 32 km de vía, incluso se hizo la desviación de una vía en un caso”.
El cuarto hallazgo está relacionado con el espacio asignado a la empresa pública de medicamentos Enfarma, que está en liquidación. Ahí se efectuó otra prospección. Según el reporte de Cordero y Camino, prácticamente las tres cuartas partes del área arqueológica delimitada desapareció por los movimientos de tierra, previos a la construcción de la planta farmacéutica.
El actual gerente de Yachay EP, Jorge Martínez, señaló que ahí se gastaron 6 millones de dólares en la preparación del terreno, cargo del Cuerpo de Ingenieros del Ejército y otros 3 millones en estudios de diseño. No se llegó a construir nada.
Finalmente, en el suroeste del sector del Conocimiento, específicamente, en el denominado Tolas San José, el Instituto de Patrimonio colocó límites precisos a cada tola encontrada y trazó una zona de protección. Ahí no hubo una afectación directa, pero se advierte que la apertura de una vía que atraviesa el área supuso la realización de obras sin tomar en cuenta que es un espacio protegido.
El arqueólogo, Fernando Mejía, del Instituto de Patrimonio, explica que los sitios arqueológicos que se identificaron en el 2013 se han protegido completamente y aclara que los hallazgos durante las construcciones del 2014 fueron evidenciados por la entidad. A los sitios afectados los califica como zonas de potencial presencia arqueológica y considera que no fueron “reales afectaciones”. Añade que tras estos hechos comenzó un proceso de mitigación de obras y para esto se contrató a un grupo de arqueólogos de planta para que realicen estudios.
El exgerente de Yachay EP, Héctor Rodríguez, en cambio, reconoce que “necesariamente hay daños, pero no fueron de consideración para recomendar la paralización de la obra o la detención de los trabajos”. Añade que se catalogó las piezas y se resguardaron las de valor arqueológico. Hubo piezas de hasta 4000 años de antigüedad. “Hasta que fui gerente se obtuvieron 4800 piezas completas y más de 20000 piezas en reconstrucción. Se rescató algo que no estaba catalogado en el mapa arqueológico nacional”.