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Desaparición de la yaguareté Acaí: teléfonos incautados y nuevas pruebas

La Justicia federal avanza en la pesquisa por la desaparición la joven yaguareté liberada en El Impenetrable. Los investigadores trabajan entre hipótesis enfrentadas y un silencio que impide reconstruir qué ocurrió.

La Justicia federal y los organismos ambientales profundizan los operativos para dar con el paradero de la yaguareté Acaí, desaparecida desde el 25 de octubre. La última señal de su collar surgió desde el fondo del río Bermejo y la principal hipótesis apunta a una muerte intencional.

¿Un cazador furtivo? ¿Un vecino que sintió amenazada su hacienda? ¿Un sicario? Desde que Acaí, una hembra de yaguareté de dos años recientemente liberada en el Parque Nacional El Impenetrable, dejó de emitir señal el 25 de octubre, la investigación judicial avanza entre hipótesis, evidencias fragmentarias y un clima de fuerte hermetismo en la zona.

La desaparición del felino —una especie declarada Monumento Natural Nacional— activó una pesquisa federal en la que intervienen el fiscal Carlos Amad, fuerzas policiales, el gobierno de Chaco y la Administración de Parques Nacionales (APN). Todos coinciden en un punto: la comunidad local guarda silencio, un muro que intentan quebrar con la recompensa de $250 millones ofrecida por el Ministerio de Justicia de la Nación.

El dato más sólido de la causa proviene del collar satelital con el que los científicos monitoreaban a Acaí. El dispositivo dejó de transmitir el 25 de octubre y su última emisión provino del lecho del río Bermejo. Para los especialistas de Rewilding Argentina, responsables de su crianza en «libertad controlada», el indicio es concluyente.

«Creemos que la mataron y tiraron el collar al río», afirmó Sebastián Di Martino, director de Conservación de la fundación. Para los investigadores, la muerte del animal no solo es una posibilidad: es la hipótesis principal . Y, de confirmarse, configuraría un delito penal con pena de hasta cinco años de prisión.

Allanamientos y celulares secuestrados

El fiscal Amad pidió allanar varios ranchos del paraje Manantiales , la zona donde días antes Parques Nacionales había alertado sobre la presencia de Acaí para prevenir incidentes con animales de cría.

De esos operativos surgió una de las pruebas clave de la semana: media docena de teléfonos celulares secuestrados, cuyos contenidos serán analizados por peritos informáticos. Para la Justicia, la información almacenada allí —chats, llamadas, fotos, ubicaciones— podría reconstruir los últimos días de la yaguareté.

A esos elementos se sumó un hallazgo inquietante: un perro con una grave herida en el lomo, atribuida por los dueños al ataque del felino. Pero los especialistas dudan.» Es improbable que un perro sobreviva al ataque de un yaguareté, incluso a un simple zarpazo», señalan en la investigación.

La desconfianza creció también por el testimonio de uno de los pobladores, hoy bajo sospecha. Cuando la policía le preguntó por la desaparición, respondió:»Yo no lo maté al bicho, pero si me come uno de mis animales no tendría problemas en hacerlo, aunque vaya preso».

Los allanamientos dejaron otra señal llamativa: solo se encontró una pistola, algo inusual en una región donde la tenencia de armas es común para la caza y la defensa personal. Para los investigadores, esto alimenta la sospecha de que quienes participaron del hecho pudieron haber ocultado o descartado los elementos utilizados.

Más inquietante aún fue la ausencia absoluta de rastros, ni piel, ni pelo, ni restos orgánicos que permitan ubicar a Acaí.  La Justicia descarta, por ahora, que el cuerpo haya sido arrojado al río Bermejo, ya que debería haber flotado. Si fue enterrada, aseguran, será cuestión de tiempo: la zona será rastrillada en profundidad.

La investigación considera múltiples hipótesis. Una es el furtivismo: matar al animal para vender su piel o dientes en el mercado ilegal. Otra, que haya sido capturada viva. Pero la línea investigativa más fuerte se centra en los campesinos de la zona, con quienes el yaguareté pudo haber tenido un conflicto.

Existen versiones no confirmadas de que Acaí habría atacado a un ternero, hecho que podría haber desencadenado una represalia.

Mientras tanto, el fiscal insiste en mantener una línea de esperanza —»busco al animal viva»—, aunque los científicos se muestran más escépticos. Y la investigación continúa: celulares por analizar, campos por rastrillar, versiones por contrastar.

Data Chaco

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