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Según la UCA, más del 50% de los hogares sufre estrés económico y crece la pobreza

El indicador revela un empobrecimiento generalizado, pero destaca una afectación particular sobre los sectores medios-bajos, que experimentan un deterioro sostenido en su capacidad para afrontar los gastos básicos.

El estrés económico en Argentina superó el 50% en 2024, alcanzando su punto más alto desde la postpandemia, según un informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA). El indicador revela un empobrecimiento generalizado, pero destaca una afectación particular sobre los sectores medios-bajos, que experimentan un deterioro sostenido en su capacidad para afrontar los gastos básicos.

Este índice, que va más allá de la medición tradicional de pobreza, evalúa la percepción que tienen los hogares sobre la suficiencia de sus ingresos para cubrir necesidades esenciales, mantener sus patrones de consumo y ahorrar. «El sentido común del ‘no me alcanza’ muestra una visión más realista de la pobreza, por más que sea un factor subjetivo», explicó Agustín Salvia, coordinador del Observatorio.

Aumento sostenido y dispar según el nivel socioeconómico

En 2024, el estrés económico alcanzó el 75,3% entre los sectores muy bajos y el 61,5% en los sectores bajos, con incrementos interanuales de 6,1 y 8,4 puntos porcentuales respectivamente. Los sectores medio-bajos también mostraron un incremento, más moderado pero sostenido, de 2,9 puntos, para ubicarse en 35,7%, el mayor valor registrado desde 2021.

Incluso los niveles medio-altos vieron una suba: alcanzaron el 15,2% (+1,7 p.p.), marcando también su punto más alto desde la pandemia. La situación expone una dinámica regresiva, donde hogares que no eran considerados pobres comienzan a experimentar restricciones y privaciones crecientes.

El fenómeno se profundiza en hogares con niños, donde el índice de estrés económico llegó al 54,6%, frente al 38% registrado en hogares sin presencia de menores. Esto pone en evidencia la mayor vulnerabilidad de los hogares con niñeces, un patrón que se repite históricamente en las mediciones de pobreza infantil.

Carencias no monetarias y caída del acceso a derechos básicos
Otra dimensión crítica del informe tiene que ver con las carencias no monetarias, como el acceso a salud, educación, vivienda, alimentación y seguridad social. Paradójicamente, el mayor crecimiento del estrés económico se dio en los hogares que antes no presentaban carencias: entre 2023 y 2024, en ese segmento el indicador saltó de 15,5% a 22,8% (+7,3 p.p.), mientras que en los hogares con una o dos carencias el aumento fue más moderado, y entre los que tienen tres o más, apenas de 1,6 p.p.

«El empobrecimiento de sectores tradicionalmente estables y la caída de derechos básicos como el acceso a medicamentos o la seguridad alimentaria se reflejan de forma directa en estos datos», advirtió Salvia. El informe destaca, por ejemplo, la interrupción de la cobertura de medicamentos del PAMI y la caída general en el consumo de fármacos recetados como factores que agravan la percepción de vulnerabilidad.

Un indicador que muestra lo que la pobreza oficial no capta
A diferencia de los datos del INDEC —que a finales de 2024 informaron una pobreza del 38,1% y una indigencia del 8,2%—, el enfoque del Observatorio de la UCA introduce una lectura que permite detectar realidades ocultas: hogares que no están técnicamente por debajo de la línea de pobreza, pero que viven con serias restricciones económicas.

«La experiencia de estrés económico se constituye como una herramienta útil para identificar situaciones de vulnerabilidad que permanecen ocultas si se usa como único criterio el objetivo e indirecto», concluye el informe. En otras palabras, muchas familias que no son clasificadas como pobres, igualmente experimentan privaciones cotidianas o una pérdida sensible en su calidad de vida.

Deterioro sostenido entre 2022 y 2024

El período analizado —entre 2022 y 2024— muestra un aumento sostenido del estrés económico, que contrasta con los datos oficiales, según Salvia. «No observamos un pico en 2023 y una baja en 2024, sino un deterioro continuado», advirtió.

Los sectores medio-bajos fueron los más golpeados: su situación empeoró en un 25% en tres años, mientras que los sectores bajos registraron un deterioro del 15,6%, los muy bajos del 17,5% y los sectores altos del 15%. El informe concluye que existe un empobrecimiento transversal, pero con especial énfasis en capas sociales que antes se encontraban por fuera de las estadísticas de vulnerabilidad.

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