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Scaloni, del chamamé a jugar y entrenar con Messi

Lionel Scaloni estuvo seis temporadas en La Coruña de España y dejó un recuerdo imborrable. Durante esos años, todos los miércoles concurría a una peña a escuchar chamamé, junto a otros argentinos radicados en esa ciudad de la costa noroeste de la península ibérica.

Lionel Scaloni estuvo seis temporadas en La Coruña de España y dejó un recuerdo imborrable. Siempre probó uno de los mejores mariscos que se podían probar en Galicia y, durante esos años, todos los miércoles concurría a una peña a escuchar chamamé, junto a otros argentinos radicados en esa ciudad de la costa noroeste de la península ibérica.

Le gustaba el lugar, se sentía a gusto con la música y quizás los años lejos de su Pujato natal le permitían extrañar algo de folclore. El bar se llamaba Bamba, era regenteado por brasileños y uno de sus decorados más destacados era una gran bandera de Brasil en el techo.

Es el mismo Scaloni quien, años después, iba a ser parte del final de una racha negativa del fútbol argentino sin títulos internacionales de jerarquía para su seleccionado mayor. Porque en 2018, este Lionel entró por la ventana al primer equipo de AFA.

Y de esa manera logró un dato histórico: es el único deportista que jugó y entrenó a Messi.

Nadie en la historia del fútbol ostenta ese lugar. Una historia que cerró en el Maracaná un capítulo importante pero tiene sus inicios en agosto de 2005, en la ciudad de Budapest y con el triunfo de Argentina sobre Hungría, por 2-1. En aquella noche europea, Messi debutaba en la selección mayor y en el equipo de José Pekerman jugaba como titular Scaloni (con otros nombres recordados, como Hernán Crespo, Andrés D’Alessandro, Gabriel Heinze y Juan Pablo Sorín).

La reunión de Lioneles se dio en dos partidos más. En un amistoso pre-mundialista ante Angola y en el histórico 2-1 vs México (golazo de Maxi Rodríguez), con Scaloni titular y Messi ingresando sobre el final.

Y años después, el círculo no vicioso del fútbol vuelve a tejer otra relación necesaria. Porque si lo tuvo como compañero de selección, para que el dato se cierre, faltaba dirigirlo.

Y la historia se contó así: terminado el accidentado proceso de Jorge Sampaoli en el equipo nacional, Claudio Tapia anuncia la existencia de un proyecto de selecciones nacionales que, a fines de 2018 iban a determinar al nuevo entrenador. “Un proyecto a diez años, más integrador, que no  conocíamos”, dijo en ese segundo semestre de 2018 el presidente de AFA.

Nunca se supo si era el de Lionel Scaloni.

Eran tiempos en los que desde Ezeiza se buscaba convencer a algún DT de renombre (estaban en carpeta Simeone, Gallardo y Pochettino). Mientras que Scaloni tenía contrato en AFA y se sostenía en los proyectos juveniles con buenos resultados. Venía de obtener un título con la Sub 20 en el torneo internacional de L’Alcudia 2018, venciendo a Rusia por 2-1. Su equipo lo completaban Pablo Aimar y Walter Samuel (como sus ayudantes de campo).

Y sin que nadie se diera cuenta, quedó al frente de un interinato en una de las selecciones más importantes y de mayor historia en el fútbol mundial. Vertiginoso y con un costado resultadista, en este ambiente muchos ven en la selección el punto final de una carrera exitosa (como es el pensamiento de Simeone, que busca cerrar su carrera siendo DT de la Albiceleste), pero para el santafesino fue el inicio.

El mismo Scaloni que el domingo alcanzó, como partícipe necesario, la conquista de la Copa América que cortó una racha negativa para el fútbol argentino. En su época como jugador, tuvo un paso laborioso y de mucha rusticidad por momentos. Fue campeón mundial juvenil con José Pekerman en la cita de Malasia en 1997 y con el Super Depor, en España, alcanzó también varias obtenciones en años que quedaron en la historia del club.

Pero como aquellos protagonistas de los cuentos, cuando nadie lo esperaba y con muchos interrogantes sobre su capacidad, se transformó en técnico del equipo de Lionel Messi y logró ordenar un equipo que quebró el maleficio de décadas sin títulos.

Lionel Scaloni, con 43 años, ahora se sienta en la mesa de los campeones, junto a César Menotti, Carlos Bilardo, Guillermo Stábile y Alfio Basile, entre otros pocos de la lista.

Lleva tres años al frente del equipo argentino, pero ahora con un tercer puesto y un título en dos participaciones de Copa América (2019 y 2021), que quizás no hacen necesarias las renovaciones de credenciales para llegar a Qatar.

Porque si hay algo que se puede atribuir a Scaloni y su equipo es recambio, que buscó y encontró en una plantilla de jugadores treintañeros que necesitan reinventarse. Salvo Otamendi, Di María y el propio Messi, el cambio llegó.

Y otro de los aspectos que quizás tuvo este entrenador, algo contemporáneo al ídolo que todavía se debe acompañar y malcriar, fue la banca pública de los propios jugadores. Sobre todo de Messi, a quien en varias oportunidades se escuchó defenderlo. Consumada la eliminación en Brasil 2019, Lionel jugador fue tajante: “Me voy tranquilo y orgulloso de este grupo, por todo lo que dio. Encontramos la idea, el juego de a poquito fue creciendo y que el técnico haya sido anunciado y confirmado, al menos hasta diciembre, nos da tranquilidad y estabilidad”. Lo respaldó el 10 y eso significó mucho.

El trabajo de Scaloni fue inteligente. Anteriormente, muchos técnicos intentaron rodear al rosarino en la cancha, pero el DT trató de hacerlo en el día a día. Buscó que entre todos conformen un plantel y sean todos iguales. Que tomen a Messi como una persona normal y fijar un objetivo común.

Y las imágenes del domingo en Río de Janeiro hablan solas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Diarioepoca.com

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