Cómo afrontar altas temperaturas y evitar los golpes de calor
Con la llegada del verano, suben las temperaturas, y el cambio brusco de clima puede traer consecuencias graves al organismo si no se toman ciertos recaudos. Cuáles son los síntomas y cómo se debe actuar.
Con la llegada del verano, uno de los escenarios más frecuentes es el del golpe de calor, definido como el aumento de la temperatura del cuerpo por una exposición prolongada al sol o por hacer ejercicios en ambientes calurosos y poco ventilados. Se produce porque el cuerpo pierde agua y sales, la persona comienza a sentir un malestar general por el aumento de la temperatura corporal y la falla de los mecanismos para su regulación.
De este modo, el golpe de calor es un cuadro de deshidratación generalizada y los síntomas son similares para todos: sed, dolor de cabeza, la sensación de tener la boca pastosa y sudar en exceso. Este malestar puede aparecer al momento o después de algunos días de altas temperaturas.
La clave está en poder reconocer la necesidad de mantenerse hidratado. Las personas mayores, por la edad, se vuelven menos sensibles a sentir sed, por lo que deben recordar y tener como hábito tomar agua. Cuando la temperatura sube y comienzan los síntomas el cuerpo puede haber perdido entre 4 y 6 litros, que se deben reponer de forma constante.
El golpe de calor también se da usualmente mientras las personas jóvenes hacen entrenamiento físico, debido a la perdida de agua. Para estos casos se recomienda hacer actividad física por la mañana temprano o por la tarde, luego de la caída del sol. Teniendo en cuenta que la mayoría de las plazas son de cemento conviene buscar lugares que sean frescos, donde corra brisa o viento. La cantidad entrenamiento deben incrementarse en forma progresiva: primero se aumenta la frecuencia semanal, luego el volumen y finalmente, la intensidad.
Existen dos grupos de riesgo más propensos a sufrir golpes de calor: los ancianos y los niños.
A medida que aumenta la edad, las personas se vuelven menos susceptibles a regular la temperatura, sufren períodos de hipotermia durante el invierno y tienen problemas con el calor en verano. Con respecto a los bebés, los síntomas de la deshidratación son muy similares: suelen estar tranquilos, con una baja en su actividad normal, se quedan dormidos, pierden la iniciativa, tienden a no comer ni llorar.
Algunos de los síntomas a los que debe estar atento una persona:
– Dolor de cabeza
– Sensación de vértigo
– Náuseas
– Confusión
– Convulsiones y pérdida de conciencia
– Piel enrojecida, caliente y seca
– Respiración y pulso débil
– Temperatura corporal elevada (entre 41 y 42 grados)
¿Qué hacer ante un golpe de calor?
De acuerdo al Hospital de Clínicas, si la persona es joven, se le debe dar líquidos: la rehidratación no debe hacerse solo con agua, es recomendable agregar bebidas con sales, o un jugo de fruta y después enfriarle el cuerpo.
Lo más importante es prevenir, las personas mayores y los bebés deben estar en condiciones frescas, con agua suficiente. Si comienzan a sudar mucho, o están demasiado tranquilos o que tienen sed hay que ofrecer líquidos. Y si se quedan dormidos o se desmayan hay que concurrir a un médico.
Para prevenirlo es importante:
– Llevar siempre una botella con agua.
– Aun cuando no sienta sed, tomar la mayor cantidad de líquidos posible, sobre todo agua mineral y jugos de fruta fresca.
– Evitar salidas y actividades físicas en las horas de calor (entre las 11 y las 16).
– Procurar estar a la sombra. Usar sombreros o pañuelos y ropa liviana y amplia, de colores claros.
– No consumir bebidas alcohólicas, porque alteran la capacidad de respuesta al calor y favorecen la deshidratación.
– Evitar las bebidas con cafeína (café, té, bebidas cola) o muy azucaradas.