Ana Mendoza:»El maltrato psicológico existe y hay mucha violencia naturalizada»
El maltrato infantil se define como los abusos y la desatención de que son objeto los menores de 18 años, e incluye todos los tipos de maltrato físico o psicológico, abuso sexual, desatención, negligencia y explotación comercial o de otro tipo que causen o puedan causar un daño a la salud, desarrollo o dignidad del niño, o poner en peligro su supervivencia, en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder. La exposición a la violencia de pareja también se incluye a veces entre las formas.
UNICEF Argentina dio a conocer un informe en el que se señala que en nuestro país el 96 % de los adultos piensa que los chicos y chicas no deben ser castigados físicamente. Sin embargo, al preguntar por las prácticas, los mismos encuestados dan cuenta del frecuente uso del castigo físico en la crianza (40 %). Esta tensión entre la creencia y la práctica presenta un desafío: trabajar para que las madres, padres y cuidadores reconozcan y desnaturalicen las prácticas violentas y desarrollen nuevas habilidades.
Ana de Mendoza, explicó que «el maltrato físico es la forma más evidente, pero el maltrato emocional o psicológico es la modalidad más común y al mismo tiempo la más difícil de reconocer». En este sentido señaló que «la gran mayoría de adultos piensa que no se deben realizar los maltratos físicos a los niños y eso habla de un avance generacional» pero advirtió que «desde el conocimiento al comportamiento hay un largo viaje ya que una vez que pasamos a las prácticas cotidianas nos encontramos con muy pocos casos en los que se logra poner límites a los niños sin violencia».
«El maltrato psicológico es menos reprochable socialmente pero existe mucha violencia verbal y está naturalizada a nivel social» afirmó la especialista y mencionó que «esto se da porque no tenemos conciencia de que un grito o una amenaza es una forma de maltrato». Así también mencionó que «es un gran primer paso reconocer que un maltrato puede darse de múltiples maneras y la tarea de UNICEF es empezar a cuestionar estas prácticas y desnaturalizarlas».