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La UE mejorará su oferta agrícola para sellar el pacto con el Mercosur en 2018

El bloque sudamericano exigió más toneladas y variedad de los bienes agroindustriales y ofreció un 90% de productos europeos sin aranceles. El desenlace se posterga.

El acuerdo de asociación entre el Mercosur y la Unión Europea (UE) definitivamente no tendrá su cierre con broche de oro en Buenos Aires, pese a los esfuerzos de la Argentina por concretar un anuncio en coincidencia con la XI conferencia ministerial de la OMC, ni en los próximos días de diciembre. Sin embargo, las conversaciones continúan con gran optimismo de las partes luego de darse concesiones recíprocas.

 

Los ministros de la Argentina, Brasil, Paraguay y el Uruguay, junto a sus jefes negociadores, discutieron ayer con sus pares de la Unión Europea y de los 28 países que integran el bloque los puntos pendientes para anunciar finalmente el establecimiento de un área de libre comercio con 750 millones de personas, y que requerirá nuevas discusiones, más allá del tiempo que tienen previsto pasar en Buenos Aires con motivo de la XI conferencia ministerial de la OMC, que concluye esta tarde.

 

Para salir adelante en el capítulo más sensible del acuerdo, que hace al intercambio de bienes, los europeos exigían que el Mercosur presente una oferta clara con sus expectativas, que finalmente se definió ayer, y luego de arduas negociaciones al interior de la unión aduanera, que se prolongaron entre la tarde del lunes y la madrugada del martes.

 

Aunque los términos de la oferta permanecen reservados, el nuevo petitorio sudamericano contiene un pedido de mayores cupos para la exportaciones de carnes, biocombustibles y frutos de estación, algo que hasta ahora fue negado por la férrea oposición de Francia, Irlanda y Polonia, que buscan resguardar al máximo a sus productores agrícolas y ganaderos.

 

Fuentes argentinas próximas a la negociación salieron a festejar que la nueva oferta incluya limones, naranjas, mandarinas, merluza, vieiras, calamares, ciruelas, frutillas congeladas, huevos y miel, entre otros productos. De hecho, se entusiasmaron con que las exportaciones de los bienes agroindustriales, que en 2016 representaron el 84% de los envíos a Europa (que alcanzaron un total de u$s 8.323 millones) se potencien en el mediano plazo.

 

Claro que para ello en Bruselas y en cada capital europea deben sentir un beneficio. Por eso, los sudamericanos presentaron, como moneda de cambio, una oferta mejorada de productos que estarán liberados de aranceles en varios años, luego que venzan las canastas arancelarias diseñadas para proteger la producción local y la industria. La oferta, según trascendió, implica liberar el comercio del 90% de los productos transables. Entre ellos, ciertos aceites de oliva y destilados.

 

Una vez intercambiadas las ofertas, el clima en el Palacio San Martín, donde tuvieron lugar las conversaciones, se relajó, y los ministros y cancilleres se permitieron incluso intercambiar camisetas de fútbol de sus selecciones para una foto.

 

Más tarde, el ministro de Producción, Francisco Cabrera, que participó de la negociación, se mostró optimista por el desenlace ante El Cronista. «Nosotros hicimos una oferta, que tiene que ver con el capítulo de acceso a mercados, que es agrícola; ellos la recibieron, y ya nos informaron de que va a haber una mejora en la contraoferta, por lo cuál estamos a la expectativa de esa respuesta», indicó.

 

En términos similares habló el canciller brasileño, Aloysio Nunes, al salir de la Cancillería. «Los europeos garantizaron que van a estudiar con una visión muy positiva sobre nuestra propuesta», comentó el ministro paulista, quien relativizó una posible fecha de firma del acuerdo político. Precisamente, su presidente, Michel Temer, había batido la idea de una firma el 21 o 22 de diciembre, cuando tenga lugar en Brasilia la Cumbre de Jefes de Estado del Mercosur, para traspasar la presidencia rotativa del ente al Paraguay. También esa fecha quedó descartada luego de analizar en frío los pasos a seguir. El nuevo horizonte trazado es lograr la firma del acuerdo político en enero o febrero, y de ese modo dar una señal de no retorno en esta negociación que se inició en el año 2000.

 

Lo cierto es que otro componente menos advertido, pero no menos importante, es la homologación que este acuerdo deberá tener en cada congreso federal y en los parlamentos supranacionales del viejo continente, antes que empiece a ejecutarse cláusula alguna.

 

El acuerdo, además, consta de tres ejes: uno económico, otro político y otro en torno a la cooperación internacional. El primero debe ser refrendado por el parlamento europeo, mientras que los otros le competen a cada legislatura nacional. En el caso del Mercosur y de la Argentina, todo irá a parar al Congreso, en el marco de un proceso que puede durar, como mínimo, dos años.

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