Crimen de una anciana sería para apropiarse de su casa y un campo
La Policía obtuvo pruebas que involucran al menos a tres autores del asesinato de la mujer de 86 años, secuestrada y torturada. En capital allanaron viviendas e incautaron vehículos. Hay cinco personas detenidas. Los procedimientos llegaron hasta Chaco.
El asesinato de la anciana de 86 años, a quien primero secuestraron y torturaron antes de arrojarla al cementerio de la localidad correntina de 9 de Julio, habría sido cometido con el fin de apoderarse de la vivienda y de un campo de su propiedad. La víctima vivía sola, no tenía herederos directos y, en este sentido, presuntamente un grupo de malvivientes planificó deshacerse de ella luego de buscar que firmara documentaciones bajo engaños como también ciertas “presiones”.
Un intensivo trabajo de la Policía condujo a la obtención de pistas y pruebas contundentes, con las cuales estarían a solo unos pocos pasos de esclarecer el caso.
Hasta anoche, luego de los allanamientos en dos viviendas de la capital provincial, apresaron a un comerciante y a su hijo. A la vez, los operativos se extendieron hasta la provincia de Chaco. Sin embargo, fuentes cercanas confirmaron a este medio que se logró la demora de dos mujeres y un hombre en cercanías a la Plaza La Cruz y secuestraron un vehículo tipo combi que sería el utilizado para el traslado de la mujer al interior.
De acuerdo a información conocida por diario época, los sospechosos apresados -padre e hijo- fueron identificados como Mario Eusebio N., de 71 años, dedicado ocasionalmente en la actualidad a la venta de autos, y Francisco N., de 23, un estudiante de la carrera de Arquitectura. Ambos cayeron en manos de hombres de la comisaría de 9 de Julio y de la División Homicidios de la Dirección de Investigación Criminal cuando salían el sábado a la noche de la casa de Valenzuela, en calle Necochea al 2800, casi esquina Chile, del barrio Colombia Granaderos.
Padre e hijo circulaban en una camioneta importada, en la cual terminaban de sacar varios bultos del domicilio de la mujer, a quien pocas horas antes las autoridades policiales lograron identificar, ya que estaba como NN desde la mañana del miércoles, cuando la encontraron muerta a 175 kilómetros de su domicilio, en el camposanto del pequeño pueblo del interior.
Ese sábado a la noche, dado que los detectives estaban al tanto de la ubicación del domicilio de la octogenaria, realizaron trabajos discretos de vigilancia, ya que en ese sitio habían visto a personas extrañas al barrio.
Luego de ver alejarse a los sospechosos en la pick up decidieron intervenir e interceptarlos a unas cuadras. Así, constataron que se trataba de padre e hijo ahora detenidos.
Con los pasos legales pertinentes realizaron la requisa de la camioneta y, para sorpresa de los detectives, encontraron pertenencias de Valenzuela, entre ellas imágenes fotográficas, documentación a su nombre y otros elementos.
A partir de esta situación, ambos quedaron seriamente comprometidos. Desde entonces comenzaron a salir detalles escalofriantes, que relacionarían al crimen de la anciana a una trama de puntos macabros para quedarse con sus bienes a toda costa.
En este sentido, aparece la figura de una mujer como la presunta ideóloga del plan. Tal persona sería la demorada en horas de la noche de ayer y fue quien ganó su confianza y supo de su vida y de sus propiedades en los últimos meses.
Justa era muy religiosa y profesaba la palabra de Dios. La conocían como una “rezadora”, de esas personas que concurría con asiduidad a templos y vivía sola en aquella casa otorgada hace algunas décadas por parte del Estado.
Al paso de algunos días de no saber nada de su tía, una sobrina acudió a la Policía para realizar una exposición sobre la búsqueda de paradero. Fue así que, casi de inmediato, le avisaron sobre una anciana NN con esas características que había sido hallada muerta en 9 de Julio. Fue entonces que esa persona y otro familiar reconocieron el cuerpo.
Testimonios de vecinos de Necochea al 2800 permitieron saber que el martes pasado a la siesta, Justa fue vista “ayudada” a subir a un vehículo tipo combi. La acompañaban una mujer “robusta” y un hombre, a la vez que adentro del vehículo estaba un tercer sujeto. Ninguno sería de la zona.
Se cree que, tal vez engañada por alguien al que conocía, la hicieron subir al automotor. Así comenzó el secuestro que finalizaría con ella asesinada, en forma estimativa, al anochecer.
Los estudios forenses indicaron que su muerte ocurrió de 10 a 12 horas antes de ser hallada el miércoles a las 7 de la mañana por el cuidador del cementerio, situado a la vera de la Ruta Nacional 123.
Plan macabro
Se cree que la anciana no estaba convencida de la venta de su inmueble y puso “palos en la rueda”, lo que habría exasperado a los malvivientes interesados en que prácticamente “regalara” la casa, ya que el precio a ser abonado sonaba irrisorio y el cual tampoco llegaría a bolsillos de la dueña, porque siempre (supuestamente) la idea fue deshacerse de ella una vez lograda que firmara o cediera poderes.
Aparte, la abuela figuraba como propietaria de un campo situado en la localidad de San Roque. Esta sería la otra razón del plan macabro, que llevaron a los delincuentes a golpearla y atormentarla hasta causarle asfixia manual, como también introduciéndole un crucifijo por la boca hasta la garganta.
¿Para qué dejar el cuerpo donde alguien iba a encontrarlo tarde o temprano? ¿Cuál sería el significado de tirarlo justo en un cementerio con una cruz en la boca? Tal vez, el hecho de hacer creer que la mujer fue víctima de “una secta” y no de ladrones estafadores.
Pericias
Hay muchos puntos a establecer. No está claro si la mujer fue ultimada en el cementerio o los delincuentes la arrojaron en ese lugar una vez que ya estaba fallecida. Efectivos de Pericias Científicas levantaron rastros de los dos vehículos incautados hasta el momento, para tratar de saber si en alguno de ellos estuvo la víctima.
En tanto, el examen al cadáver de la anciana indicarían que las lesiones sufridas, posiblemente, se las causó “una mujer” ya que no conllevaban la violencia habitual en caso de ser agredida con la fuerza de un hombre. Así, más que nunca, pretendían dar con la sospechosa prófuga.